La adopción y sus heridas

En ocasiones, por diferentes motivos, la vida no les permite a algunas personas tener hijos, y la adopción es la alternativa a esta situación. Sin embargo, al tomar la decisión de adoptar, muchas personas no son conscientes de las consecuencias y el impacto emocional que esto conlleva. Ser papá o mamá no es una tarea sencilla, pero a todo esto, hay que sumar la mochila y la historia que lleva este hijo sobre su espalda, y en la mayoría de los casos, no es una historia fácil.

Para poder adoptar, el niño ha tenido que pasar por un proceso que lleva un tiempo. Este proceso dejará heridas y huellas de por vida (Herida primaria). Lo primero de todo, es que necesariamente perdió a su familia de origen. Los motivos pueden ser muy diferentes en cada caso, pero la herida interna siempre es la misma; ¡Me abandonaron!. Por mucho tiempo que pase, por muy mayor que se haga este hijo, siempre tendrá el SENTIMIENTO DE ABANDONO.

Sí que es cierto, que la intención de adoptar siempre es positiva. La adopción se ve como un acto que salva al niño de una situación difícil, y se le da un hogar y una familia para que pueda tener una vida saludable y feliz. Pero lo cierto es que la situación es mucho más compleja. Podemos desear una vida feliz para este hijo, pero una gran parte de su felicidad estará condicionada por las heridas de ser abandonado. Veamos dos de ellas:

Interrupción del vínculo

En el nacimiento, de una forma natural, el niño establece una conexión emocional y afectiva con sus principales cuidadores (generalmente los padres) que le ayuda a desarrollarse de una forma sana y saludable. Este vínculo es fundamental, ya que proporciona al bebé una sensación de seguridad y protección.

Como no ha podido crear un vínculo sano, dejará una herida debido a la separación temprana de la madre principalmente, y de la familia de origen.

La consecuencia, es que en su crecimiento interioriza la idea que no se merece el amor. No confía en nadie, ya que las personas en las que más podía confiar, le fallaron. Miedos irracionales debido a esta falta de confianza en sí mismo. Y sobre todo, un temor de comprometerse, por miedo a volver a ser rechazado, herido y abandonado.

Problemas de identidad

En ocasiones, la falta de información real de sus orígenes o una información limitada, puede generar incertidumbre sobre su propia identidad. Se hacen preguntas, que en la mayoría de los casos no tienen respuesta, ¿Por qué me abandonaron? ¿De qué forma? ¿No me querían?…todas estas preguntas crean dudas de quien realmente son.

A veces estxs niñxs intentan adaptarse a su familia adoptiva, sienten la presión de ajustarse a las expectativas de su nueva familia, a veces comparándose con sus hermanos y hermanas adoptivos, a veces teniendo comportamientos o conductas que no son de su agrado, esto les genera una lucha interna para definir su propia autenticidad.

Otro tema que puede complicar la construcción de su propia identidad, es cuando el/la niñx es de raza u origen étnico diferente al de su familia adoptiva. Aquí queda atrapado en una cultura diferente, con unas costumbres diferentes al de su país de origen. Y sobre todo, rodeadx de personas completamente diferentes, que puede aumentar el riesgo de sufrir acoso por parte de su entorno.

En definitiva…

La adopción no puede hacerse a la ligera. Los padres adoptivos tienen que tener muy claro que la adopción será desafiante emocionalmente hablando. Ya que el deseo de ser padre/madre siempre quedará solapado por la crianza y el bienestar de un/una niñx herido y abandonado.

Y lo más importante, los padres adoptivos nunca serán sus padres. Si quieren que el hijo que fué adoptado los respete para siempre, los padres adoptivos tienen que respetar a los padres biológicos, hicieran lo que hicieran, fuese como fuese…

El acompañamiento terapéutico en estos casos, a veces es fundamental.

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